Reseña | Teatro | CRÍA ¿A quién le pertenece mi corazón?


 

Por Mercedes León 

Cría nos presenta a Tipo y Pendeja. Dos personajes que, nombrados de este modo, en primera instancia están desprovistos de cierta identidad, de cierto rol. Juntos, arman su historia en la medida en que se hallan y se encuentran.
De eso se trata; es una exploración del vínculo entre ellos a través del teatro, la memoria y la ficción.
Sin tiempo lineal, la pieza se despliega como una indagación, un descubrimiento, una prueba. Está llevada a cabo dotada de matices, siendo por momentos más física y por otros, más perceptiva. Abarca temas como la paternidad, la crianza, la responsabilidad, el valor, el cuestionamiento, el amor, la esperanza.
A medida que transcurre, los dos viran, cambian, e incluso se nombran diferente.
Algo duele, y algo crece.
La obra nos muestra una paternidad algo atípica, en donde cierta data parece para él algo imprescindible, destacable o memorable, mientras ella cree que hay cosas que no importan tanto.
Esto nos permite reflexionar. ¿Qué es lo que realmente compone nuestra identidad? ¿Es la fecha, el lugar, los progenitores? ¿O aquello es únicamente el punto de partida para todo lo demás?

En el camino nos muestran distintas experiencias, algunas bastante cómicas, en las que el público puede verse representado, ya sea desde el lugar de padre o hija/o.
Siendo una obra autobiográfica, es escrita, dirigida e interpretada por Catalina Luchetta. La actriz pone en carne viva su propia historia, en memoria de su fallecido padre. La acompaña Matías Broglia como actor, también digno de admiración.
Es evidente lo que ambos ponen en el escenario, lo que se disponen, lo presentes que están. La manera que tienen de evocar al objeto, la capacidad de llevarnos a su propio imaginario cuando ellos mismos se encuentran recordando algo, o con la mirada hacia afuera.
Si bien es una representación que abarca un todo como tal, me cuesta encontrar lo predominante en la experiencia. Quiero decir, tanto la acción como el decir aparecen, se pausan, se extreman, y se equilibran entre sí, resultando ser una pieza excitante, graciosa y conmovedora.
No me atrevería a decir que es una obra para tomarse a la ligera. Más bien me animo a afirmar que resulta para quienes tengan el deseo de sentirse interpelados. Es de esas puestas que, a mi parecer, dejan fácilmente el corazón abierto a quien sea.

Para aquellos que quieran acercarse, se encuentra disponible en cartelera los días domingos a las 20 horas en el Espacio Callejón (Humahuaca 3759)

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