Reseña | Teatro | Matar a un elefante

 


Por Mercedes León

Amadeo es un artista visual que ha triunfado lejos de su pueblo natal. Mientras disfruta de su éxito, sus amigos de la infancia lo admiran y esperan desde su pueblo cordobés, donde las anécdotas sobre el cuarteto y el fernet con coca se hacen presentes.
La obra transcurre a lo largo de una reunión de amigos con su ahijada en la que celebran su regreso.  A pesar de estar atravesando cada quien sus propios conflictos, están emocionados y ansiosos de que por fin compartirán tiempo juntos. Sin embargo, a él se lo ve con intenciones de dejar bien en claro que se trata tan sólo de una visita rápida. Parece que la idea de quedarse allí más de lo pensado le resulta una pesadilla, sin percatarse de que el cariño de sus allegados podría hacerle muy bien, ya que se encuentra atravesando un momento difícil. Debido a un hecho artístico incomprendido, ha sido declarado persona no grata por las mismas personas que lo vieron crecer.
De repente, el encuentro se ve interrumpido y todo comienza a girar en torno a la misteriosa muerte de un elefante de circo.
¿Por qué alguien mataría a un elefante?

En la historia se abordan temas como la memoria, la amistad elegida que trasciende en el tiempo, los vínculos, la distancia, la diferencia entre quienes se van y quienes se quedan, las decisiones, los sacrificios y los valores. Así, nos demuestra la diferencia que puede haber en cuanto a la percepción sobre los mismos recuerdos, reclamos y añoranzas.
Además, trata sobre el sentimiento de no encajar, la dificultad de reconciliar el pasado con el presente, el lugar de pertenencia, de origen, y el regreso.

La obra es interpretada por Ezequiel Agustín Rodriguez, Gabriel Carasso, Berenice Gandullo, Julieta Lastra y Gerardo Serre, quienes nos trasladan enseguida a Córdoba, recurriendo a esa tonada tan característica. Por su parte, el actor que interpreta a Amadeo (Ezequiel), sabe diferenciarse bien, demostrando que ya no se encuentra tan arraigado a sus orígenes.
Cada uno posee particularidades que hacen de los personajes seres únicos, con un ritmo que te mantiene expectante toda la obra.
Cabe destacar la capacidad de Julieta Lastra para evocar a una adolescente, y la acertada decisión del dramaturgo de servirse del recurso del celular y los audios de WhatsApp para ello. Considero que su uso es justo y funciona.
Entre comedia y realismo, algo grotesco se hace presente.
Se establece una escenografía de cubículos, diseñada por Alejandro Goldstein, mediante los cuales podemos visualizar diferentes habitaciones de una casa. En general, el espacio se asemeja a la vida cotidiana, aunque con la ayuda de la iluminación (Matías Sendón) y la compañía de la musicalización (Ian Shifres), ese cálido ambiente resulta perturbador.

Escrita y dirigida por Franco Verdoia (con la asistencia de dirección de Matías López Stordeur y Debora Torres) la obra nos hace cuestionar algo de lo mundano.
La misma fue seleccionada por espacio TBK y publicada por ediciones TBK dentro del marco de Ciclo INcierto 2021 y el espectáculo fue producido y estrenado en el Teatro Nacional Cervantes siendo resultado de la Convocatoria de Proyectos Escénicos del TNC para CABA y Gran Buenos Aires Temporada 2023-2024.

Para quienes deseen verla, se encuentra con funciones en el espacio de Timbre 4 (Boedo 640) los días viernes a las 23:15hs

Es posible que, más allá de las risas, pueda dejarlos con el corazón en la boca.
Con el corazón en la mano.
O con el corazón en bandeja.



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