Reseña | Cine | Drácula
Por Romina Corvalán
Luc Besson retorna
de manera poderosa y sensible a la pantalla grande con Drácula: Una historia de
amor. Su particular relectura del icónico mito creado por el irlandés Bram
Stoker en 1897 es protagonizada por Caleb Landry Jones quien deslumbra con,
posiblemente, la interpretación más humana del Conde.
Es un desafío
ofrecer algo nuevo con una obra representada tantas veces en teatro, cine,
series, parodias y literatura. Sin embargo, en lugar de recrear el terror
convencional, Besson asume el riesgo de dirigir su mirada hacia el dolor, la
culpa y el anhelo eterno. Se trata de una historia de amor, oscuridad y
redención que se reinventa con la mirada del aclamado director francés en una
súper producción que mezcla horror, romance y fantasía. El reparto central lo
completan con excelencia Christoph Waltz, Zoë Bleu y Matilda De Angelis.
Con su estilo
visual inconfundible, Luc Besson se abstiene de limitarse a la oscuridad y nos
ofrece una obra en la que abundan las locaciones de exteriores amplias y
luminosas. No reduce la trama a los espacios íntimos y cerrados, el vampirismo
se cuela en el día, en lo social, a la luz y vista de los mortales. Elige
contar la historia de Vlad II, la pérdida de la fe a raíz de la pérdida de su
gran amor, y como este divorcio lo condena a la inmortalidad. Es el origen del
Conde Drácula, como surge este alter ego y como embarca la búsqueda del alma de
su Elisabeta durante 400 años lo que se relata. Y es a partir de este relato
que podemos acompañar a nuestro protagonista en los distintos momentos y
épocas, como va construyendo recursos que le son útiles en su misión y
cooptando ayudantes para su búsqueda.
Es una producción
internacional entre Francia y Reino Unido que apuesta por una estética moderna,
con efectos visuales prácticos impactantes, despliegue coreográfico, escenarios
naturales y una narrativa cargada de emociones intensas. La fotografía y el arte
combina a la perfección la justa medida de lo gótico, potenciada por la banda
sonora que compuso el siempre impecable y deslumbrante Danny Elfman, con una
medida alta de colores vibrantes, cielos despejados, arboledas, la pureza de la
nieve, y las fiestas fastuosas de la alta sociedad en vestuarios, maquillajes y
pelucas que acompañan los bailes. Este equilibrio entre lo sombrío y lo
luminoso, entre lo coreográfico y lo narrativo, termina de sellar la identidad
de Drácula como una obra que, sin renegar de su raíz sangrienta y espiritual,
apuesta por la belleza como un acto de resistencia frente a la condena.
“Desde el comienzo,
el Conde Drácula tiene un aura real: es el príncipe de la región, y aunque
joven, es un líder nato. Quería mostrar que no necesariamente le gusta la
guerra: lucha en nombre de Dios, pero preferiría quedarse con su esposa. De
hecho, dice: va a ser una batalla sangrienta. ¿De verdad Dios quiere esto? No
entiende por qué debe recurrir a tanta violencia y muerte, pero lo hace por fe.
Es comprensible que, al regresar de la guerra, se sienta traicionado.”, señala
Besson en una entrevista.
Al igual que en
Juana de Arco (1999), pone en pantalla la fe como fuerza titánica y
destructiva, pero acá invierte la mirada, ya no es la heroína iluminada por la
gracia, sino el guerrero desencantado. En el núcleo de esta relectura late un
conflicto espiritual devastador, el abandono de Dios como herida y motivación.
Besson muestra a un hombre renunciando a sus votos y su fe cuando el cielo no
responde a su súplica por salvar a su amada. La cruz, símbolo de salvación
devenido en arma por Vlad, se convierte en un emblema de la hipocresía humana,
pues es en nombre de ella que se han cometido masacres, guerras y venganzas.
En esta tensión
entre lo sagrado y lo profano, Besson traza un retrato tan humano como
inquietante, el del hombre que prefiere la condena eterna antes que perdonar a
un mundo que lo despojó de todo. Nos encontramos una vez más de frente a las
contradicciones más profundas, cómo la humanidad manipula lo sagrado para
justificar sus peores actos. Este Drácula no abraza la oscuridad por pura sed
de sangre, sino como un acto de rebelión contra un Dios ausente y una humanidad
que, escudada en lo divino, ha perfeccionado el arte de matar.
SINOPSIS:
"Drácula"
es la primera novela que reinterpreta de manera completa el mito del vampiro a
través de una narrativa profundamente emocional, donde el amor trasciende el
tiempo y la muerte. La historia sigue a un príncipe del siglo XV que, tras perder
a su esposa, desafía a Dios y se transforma en vampiro. Siglos después, en el
Londres del siglo XIX, encuentra a una mujer que parece ser el reflejo de su
amada perdida, iniciando una persecución que sellará su destino.
FICHA TÉCNICA
Título original:
“Dracula: A Love Tale”
Fecha de estreno:
14 de agosto
Director: Luc
Besson
Reparto: Caleb
Landry Jones, Christoph Waltz, Zoë Bleu, Matilda De Angelis
Género: Fantasía,
Horror, Romance
Distribuye: BF
Paris
Basada en: la
novela Drácula de Bram Stoker
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