Reseña | Cine | Pecadores



Llega a los cines "Pecadores", respaldada por el talento de Ryan Coogler, el director detrás de "Black Panther" y "Creed". Esta producción nos sumerge en un thriller de atmósfera densa ambientado en el turbulento telón de fondo de la segregación donde el pasado turbio de dos hermanos gemelos, ambos interpretados por el magnético Michael B. Jordan, los persigue hasta su supuesto refugio: su pueblo natal, para encontrar una amenaza aún mayor acechándolos.

La dualidad de los gemelos Smoke y Stack, interpretados por Jordan, no solo añade una capa de complejidad a la dinámica fraternal, sino que también podría explorar la idea de las dos caras de una misma moneda, la lucha interna entre el bien y el mal, o incluso la inescapable sombra del pasado.

Michael B. Jordan asume dos roles complejos dentro de una narrativa de terror que cumple con lo esperado. A través de un CGI convincente en los momentos en que ambos gemelos comparten pantalla, la habilidad de Jordan para diferenciar sutilmente sus gestos, miradas y posturas, incluso cuando interactúa consigo mismo digitalmente, es destacable como así también la maestría técnica de la producción.

El elenco secundario brinda buenas interpretaciones, con nombres como Hailee Steinfeld, Miles Caton, Jack O’Connell, Wunmi Mosaku, Jayme Lawson, Omar Miller y Delroy Lindo, logrando que la historia vaya más allá de la perspectiva de los gemelos, ofreciendo diferentes facetas de la comunidad y cómo esta se ve afectada por la presencia del mal. 




La dirección de Coogler aporta una profundidad temática y emocional que trasciende los sustos superficiales. Explora temas como el racismo, la apropiación cultural, la culpa, el arrepentimiento, el legado familiar y la dificultad de escapar del propio pasado. El director utiliza el terror no solo como un fin en sí mismo, sino como una herramienta para examinar la condición humana.

La dirección de fotografía de Autumn Durald Arkapaw en cada encuadre parece cuidadosamente diseñado para evocar la tensión racial de la época y  los sucesos inexplicables que se desarrollan. La colaboración con la diseñadora de producción ganadora del Oscar Hannah Beachler nos sumerge en el mundo de la película, construyendo escenarios que reflejan la opresión y el misterio de la trama. 

La edición de Michael P. Shawver tiene una narrativa lenta en el primer acto que luego encuentra el ritmo adecuado. Pero uno de los pilares fundamentales de "Pecadores" es, sin duda, su musicalización a cargo de Ludwig Göransson, profundamente inspirada en el espíritu del blues de Delta. Desde los primeros minutos, la banda sonora se erige como un personaje silencioso pero omnipresente. Las melodías, no solo acompañan las imágenes, sino que las intensifican, subrayando la tensión latente y los conflictos internos de los personajes. Se percibe una intención clara de utilizar la música no como un mero adorno, sino como un lenguaje propio que dialoga con la acción en pantalla, evocando una gama de sentimientos que combinan muy bien en escenas coreograficas que se ven casi como un ritual ancestral.



En el corazón de esta historia cobra protagonismo el Dobro, esta guitarra con acentos metálicos y ancestrales ejecutada por Sammie el personaje de Miles Canton, trasciende su mera función instrumental para convertirse en mucho más: una voz espectralmente humana, un puente palpable entre las fuerzas vivas y las oscuras. Su sonido melancólico y resonante actua como un presagio y un conducto para las energías sobrenaturales que acechan en las sombras de esta historia.

"Pecadores" es una apuesta ambiciosa, con identidad que pretende ser mucho más que los clichés del género y lo logra, sostenida en un buen relato cargado de contenido social.

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