Reseña | Teatro | Tirria

Una familia aristocrática sin un cobre

Por Gustavo Noriega 

El Cine de Oro Argentino, el de los ´30 a los ´50, consolidó géneros como el melodrama y la comedia familiar, al tiempo que desarrolló un star system con grandes actrices y actores. "Tirria", basada en la tradición del grotesco, es un homenaje a las llamadas “comedias de teléfono blanco” de ese período.

Protagonizada por Diego Capusotto, dirigida por Carlos Branca, producida por Damián Sequeira y escrita por Lucas Nine y Nancy Giampaolo, "Tirria" cuenta los días de los Sobrado Alvear, familia patricia argentina en bancarrota, y las tensiones entre ellos e Hilario, su fiel mayordomo que por poco no lleva también –aunque de alguna manera lo hace-  el apellido de gran abolengo. Cuando llega el verano el clan simula partir a Europa a pasar tres meses de vacaciones, por el mundo. Nadie sabe el secreto -excepto Hilario- y mientras faltan en los lugares que frecuentaban, la pasarán durmiendo en baúles arrumbados en su mansión, añorando tiempos mejores. 


Un teléfono blanco domina el proscenio, ese que usaban las divas del citado cine, y el público ya advertido sabe que, mientras duren las casi dos horas de función, será conveniente para poder llevar la farsa adelante, que sólo lo atienda el sirviente. Gran parte de esa platea está allí para ver en vivo y en directo los gestos con que desde hace décadas el popular Capusotto nos mata de risa:  entre otros sus movimientos espásticos o morisquetas que provienen –por ejemplo- de su creación: “El hombre bobo”. Aunque el personaje de Hilario fue pensado a su medida, (su participación se demora al comienzo, generando mayor expectativa) no se “roba” las escenas como correspondería a un criado en medio de una familia millonaria. Es probable que se deba a que sus partenaires (Andrea Politti, Rafael Spregelburd y Daniel Berbedes, también tienen un desempeño magnético) con recursos de sobra para interpretar al matrimonio y a un militar –respectivamente- que se encuentra adosado, no se sabe bien por qué, pero de cualquier modo resulta orgánico al sistema familiar. Desde ya, que esta simbiosis alude a la Historia nacional, que en este caso no incluye la figura de algún religioso que podría aparecer en fotos en blanco y negro de toda familia de alcurnia.


Los autores piensan en una salida superadora a tanta Historia de antagonismos, de diferencias irreconciliables entre los de arriba y los de abajo. En este sentido, la premisa puede entenderse como un síntoma de una sociedad que en los últimos años mostró contiendas rayanas con lo irracional.

Completan el elenco en roles secundarios, Eva Capusotto y Juano Arana como los hijos del matrimonio en apuros económicos, y Galo Politti como el noviecito de ella; mostrando vínculos amorosos entre coetáneos y también con sus mayores, aunque éstos deban esforzarse por comprender a aquellos, y esos intentos también provocan risa.

Es un gran logro de Tirria, que todo funcione cuando sus protagonistas tiene recorridos bien diversos en el mundo del arte y el espectáculo: la Politi lo da todo en el escenario, contagiando la energía de su señora tilinga en apuros; Capusotto sabe trabajar en equipo y ya en la calle, sigue agradeciendo al público que hace años reconoció su talento; Berbedes compone una lograda caricatura de milico odiador con un fisic du rol ideal; por su parte Spregelburd como atribulado jefe de familia, demuestra su versatilidad (que le permitió ingresar a la Academia Argentina de Letras en estos días) que al igual que su personaje el Sr. Sobrado Alvear, termina siendo un ‘hombre de muchas vidas’, como a Rafael le gusta definirse.  

 

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