Por Mercedes León
La obra está originalmente escrita y dirigida por el español
Jordi Galcerán y fue estrenada en 1997 en Barcelona, tras haber ganado el
Premio Born de Teatre en 1995 y el Premi de la Crítica Serra d'Or en 1996. La
traducción al castellano, realizada por el propio autor, también fue publicada
ese mismo año.
Laura, es una psiquiatra que se encuentra secuestrada por su
ex pareja Ramón, quien se declara un asesino en serie.
La trama se desarrolla en un sótano. Encerrados en este, él le propone jugar
“palabras encadenadas”, un juego inocente en el que se plantean ciertas reglas
y, quien pierda, deberá sufrir las consecuencias. Poco a poco, se vuelve
siniestro, poniéndose en juego la propia vida de Laura.
Así todo se torna tenso. Entre el poder y la manipulación, ambos personajes se
torturan mutuamente con mentiras y recuerdos.
Hablando específicamente de esta puesta teatral, dirigida
por Guillermo Ghio, resulta difícil como espectadora inclinarse hacia alguno de
los participantes. Pareciera que cada quién es portador de alguna verdad y que
la mentira está muy bien llevada a cabo. Esto se debe a que, dato no menor,
tanto Laura como Ramón resultan ser actores. Así es, una ex pareja que se
conoció haciendo teatro.
Me atrevo a decir que esto me interpeló personalmente como
actriz. Me resultó algo desagradable (entendiendo que lo peyorativo de la
palabra en este caso se vuelve positivo), presenciar una representación
psicópata tan genuina ligada a mi propia formación profesional.
Frente a la capacidad del ser humano en transformar la
verdad, la obra cuestiona los límites entre la locura y la cordura. Además, nos
muestra el intercambio de roles entre la víctima y el victimario a medida que
el poder va cambiando de manos.
Para mí, hay algo evidente en cuanto a lo semiótico de la
pieza. Por un lado, el autor utiliza el juego como metáfora de las cadenas a
las que estamos atados por nuestras palabras y acciones. Por otro lado, los personajes
se reclaman constantemente el uso y finalidad de su discurso, entre ellos y
frente a la corte.
Está construida a modo preciso, dosificando la información para sorprender al
público, volviéndose cada vez más compleja.
Por último, me gustaría mencionar que contiene ciertos dispositivos escénicos
tales como proyecciones y reproducciones VHS, los cuales considero que están
utilizados de modo equilibrado e interesante.
En cuanto al final, el público parece dividirse, hay quienes
lo encuentran predecible y quienes se sorprenden. Esa opinión me la reservaré
con la intención de que tengan la posibilidad de encontrarse ustedes mismos en
alguno de los grupos.
De cualquier forma, no cabe duda de que es una obra pensada especialmente para
los aficionados al thriller psicológico.
Por lo pronto se despiden de su temporada en Buenos Aires este
mismo sábado en el Complejo Teatral Ítaca (Humahuaca 4027) a las 21hs.
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