Reseña | Teatro | Subacuática
Por Pehuén Cordero
En Palermo se presenta Subacuática, una obra que se sumerge en un espacio poco habitual para el teatro: el natatorio del Club Estrella de Maldonado. El espectáculo, escrito por Melina Pogorelsky y dirigido por Fernanda Ribeiz y Luciano Cáceres, tiene nuevas funciones en el mes de septiembre. En 2024 nadaron las aguas del Centro cultural Caras y Caretas de San Telmo.
Subacuática se adentra en la historia de una familia atravesada por el duelo. El dolor y la memoria arrastran a madres/padres e hijxs a revisar sus vínculos, las ausencias y las marcas que deja la pérdida. A través de monólogos y escenas fragmentadas, la obra invita a bucear en el interior de cada personaje y en esas emociones que, como sucede bajo el agua, resultan densas, movedizas y por momentos difíciles de descifrar.
La experiencia espacial es lo más poderoso de Subacuática, el encuentro entre el teatro y el lugar elegido. La primera impresión como espectador es ingresar a un club de barrio: atravesar la puerta de un vestuario, esperar allí a que den sala, percibir el olor penetrante del cloro, sentir la humedad impregnada en el aire, ver cómo las gotas resbalan por las paredes y escuchar los ecos que viajan desde la pileta. Esa experiencia sensorial es, sin dudas, el mayor acierto del espectáculo. Antes incluso de que las actrices y actores hablen, el espacio ya expresa: luego el agua en el borde de los pies, el vapor en la piel, el sonido de las voces reverberando en la amplitud del natatorio construyen una atmósfera que ningún teatro convencional podría igualar. La obra aprovecha ese ambiente particular con algunas imágenes escénicas de gran potencia visual. Los reflejos de las luces sobre la superficie del agua, los cuerpos que se mueven en esa relación y la vibración de los sonidos en un espacio tan amplio, configuran momentos interesantes. Hay que señalar, sin embargo, que la acústica del lugar juega a veces en contra: en los primeros minutos resulta difícil entender con claridad algunos parlamentos, un obstáculo que interrumpe la inmersión en la trama, a pesar de los micrófonos y parlantes.
La estructura del espectáculo se apoya con fuerza en monólogos que funcionan como pequeñas islas de sentido. Los temas de la pérdida, la ausencia, el vínculo entre mapadres e hijxs y el intento de recomponer una historia familiar son interesantes, aunque no siempre logran articularse en una narración fluida. Lo fragmentario por momentos diluye la continuidad emocional.
Subacuática es una obra que encuentra su mayor virtud en el dispositivo espacial y sensorial que propone. Más que un relato lineal, es una experiencia cuasi inmersiva donde lo teatral se expande hacia los sentidos, apoyándose en el olor, la humedad y el contacto casi físico con el agua. Allí reside lo convocante, en convertir a un club de natación en escenario y transformar el ritual cotidiano de entrar a un vestuario en un viaje hacia otra dimensión, donde el espectáculo logra dejar al espectador impregnado de una atmósfera única. En tiempos en que la cartelera teatral porteña ofrece propuestas muy diversificadas, Subacuática se destaca por recordarnos que el teatro no sucede sólo en salas tradicionales, puede suceder en un club, en una pileta, en cualquier espacio donde alguien se atreva a convocar al público y encender la chispa de la ficción.
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