Reseña| Teatro | El hombre inexistente




La titánica tarea de soportarse a sí mismo

Por Federico Dieguez

Con el flamante estreno de “El Hombre Inexistente” llega la introspección del espectador sobre suinfluencia en el entorno, pero sobre todo sobre sí mismo. No solo se trata de cómo nos relacionamos con los demás sino qué tan amables somos con nosotros mismos, y qué consecuencias puede llegar a acarrear no darnos un respiro a nuestras propias exigencias.

El protagonista de esta historia es Platón, un profesor de griego por demás peculiar: su inexorable apego a las reglas y el decoro es adornado por la poca capacidad de socialización y su tendencia a aislarse y crear un caparazón para protegerse. Es la (intensa) voz del protocolo en un pueblo que se destaca por no destacarse, y donde sus habitantes prefieren un pasar más bien liviano y sin tantas ataduras. Como siempre en la vida, es el amor lo que pondrá en jaque la forma de ser de Platón: la llegada de la risueña y desestructurada Fedora a la ciudad, de la mano de su hermano Archibaldo, generará cambios en el protagonista y provocará que todos insistan en que se casen. ¿Podrá el acartonado erudito ceder al disfrute o se impondrá su rigidez?

Hay muchos Platón en la vida. Son ese tipo de personas que incluso sin intención provocan cambios en su entorno. Pueden explotar o permanecer quietos, pero definitivamente no pasan desapercibidos. Son un poco victimas de si mismo y victimarios para los demás, porque por un lado se autosometen a incontables contradicciones y, por el otro, hacen accionar a su ambiente. Y con todo lo que puede llegar a molestar su presencia, su ausencia es extremadamente más ruidosa: detrás de su forma de ser exasperante se esconde ternura, inocencia, una incapacidad de manejar una realidad que los supera, y cuando no están presentes se nota y se extraña. Eso encarna Platón, un hombre torturado que no comprende la existencia y conexión humana, y cuya torpeza es, al fin y al cabo, inofensiva.

La obra tiene corazón, y es algo muy valorable en épocas de consumos masivos y estandarizados. Rompe con el esquema tradicional, se olvida de la cuarta pared e interpela constantemente al público. Se siente viva, la escenografía cambia de lugar todo el tiempo, los actores son protagonistas y espectadores a la vez. Todo ese movimiento hace fluir la historia de manera amena, con toques de humor sutiles y hasta surreales. Es una amigable invitación a reflexionar qué papel jugamos en nuestro círculo social y qué tan bien nos tratamos en el interior.

“El Hombre Inexistente” está basada en el texto “Un Hombre Enfundado” de Chéjov y dirigida por el dramaturgo David Amitin. El elenco se integra por Lucas Foresi, Jonathan Gutkowski, José MariaLópez, Jiniva Irazabal, Mariana Litvin, Luis Mancini y Daniel Toppino. Pueden verla los viernes a las 20hs en el Teatro Payró.

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