Reseña | Cine | La mujer de la fila
Por Patricio Ferro
"La mujer de la fila" es una nueva colaboración entre Natalia Oreiro como protagonista y Benjamín Ávila como director, luego de la multipremiada "Infancia clandestina" (2011). Y la acompaña un elenco formado por Amparo Noguera, Alberto Ammann, Federico Heinrich y la Marcela “Tigresa” Acuña, entre otros.
La historia, basada en hechos reales, se centra en Andrea (Oreiro), una mujer viuda de clase media cuyo hijo Gustavo (Heinrich) es detenido y apresado, acusado de formar parte de una banda delictiva. Lo que la lleva a recorrer los tribunales primero, para conocer los códigos y costumbres del penal de Ezeiza después, y hasta convertirse en la actualidad en una referente ante la ONU de los derechos de los familiares de los presos.
En primer lugar, es necesario aclarar que la historia se cuenta desde el punto de vista exclusivo de Andrea, motivo por el cual el espectador recibe la misma información que ella. Motivo por el que también hacemos el mismo proceso de pasar de la sorpresa y el prejuicio a la empatía, sin la necesidad de recurrir a bajadas de línea que se impongan por sobre la acción dramática o posturas maniqueas, a favor o en contra de las diferentes clases sociales.
Un párrafo aparte merece su puesta en escena neorrealista, propia del Nuevo Cine Argentino en general, y de la obra de Pablo Trapero en particular. Con una austeridad que expone de modo crudo tanto las virtudes como las miserias de los dos ámbitos en los que se mueve su protagonista. Pero dejando fuera de campo la violencia explícita y los golpes bajos que ya son lugares comunes dentro de nuestra larguísima tradición de películas carcelarias.
En conclusión, La mujer de la fila es una especie de versión basada en hechos reales de "El proceso" (The process, Orson Wells 1962), con una Andrea de Natalia Oreiro reemplazando al Josef K. de Anthony Perkins, viéndose, obligados a luchar en inferioridad de condiciones contra la monstruosa burocracia estatal. Que expone con crudeza lo que ocurre, mostrando las consecuencias sociales de los hechos delictivos, y dejando a su vez un lugar para la esperanza.
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