Reseña | Teatro | Los Engranajes

Misterio, acción y algunas canciones 

Por Gustavo Noriega

Los engranajes (con autoría y dirección de Nathán Cusnir) presenta una enmarañada trama donde cada personaje puede lucirse aportando dinamismo a la intriga. 

La pareja protagónica (Sofía Bertolotto y Pablo Cominassi) prestan su química para hacer creíble esta historia de amor y de engaño. A pesar de que la relación de ellos comenzó en Europa, la sucesión de hechos y mentiras se presentan en Argentina. 

Es muy interesante cómo el público pronto captará, quién miente, aunque no estén del todo claras las motivaciones. Y si de credulidad se trata, es muy gracioso el modo en que suenan los teléfonos celulares; aunque sean momentos de alta tensión, sin solución de continuidad.

En una empresa laberíntica, donde trabajan como es de suponer contadores, abogados, y otros profesionales con cargos gerenciales, también tienen su turno –como si se tratara de un insert- trabajadores de que realizan trabajos manuales o de esfuerzo físico. Como es de suponer los que ocupan cargos jerárquicos -gracias a la confianza conseguida- serán quienes llevarán adelante delitos económicos (no violentos), abusando de su posición para obtener beneficios ilegales. 

Habrá momentos musicalizados y cantados, donde un filósofo popularmente conocido, mostrará su vocación rockera, sacudiendo su melena plateada, creando imágenes surreales.

La urdimbre denuncia las siniestras complicidades corporativas del mundo laboral que son volcados a la relación de pareja de los protagonistas, que gracias al humor y la ironía se disfruta alegremente.  

Los engranajes que tocan por un lado u otro nuestras vidas, son movidos por la energía que el dinero insufla, siempre y cuando haya detrás gente inescrupulosa que se metamorfosea según convenga, sin temor a infligir leyes o códigos. 

Con la reunión de un elenco (se completa con Liliana González, Diego Pañart, Melina Roldan, Eleonora Vallet y Miguel Ángel Villar) que funciona a la perfección, la obra es una propuesta para reflexionar; pero para reír también.