Reseña | Cine | Anora
Relato salvaje por Gustavo Noriega
Por su parte, el novel esposo logra huir de la riña, desaparecer por unas cuantas horas –y quizá hubiera convenido que la búsqueda no se alargue tanto- las suficientes como para que sus padres viajen en avión privado para restituirle su condición de soltero, aunque la jurisdicción neoyorkina no lo permita.
Anora (Mikey Madison), es una veinteañera que se gana la vida bailando en un club nocturno y cumpliendo algunos otros gustos del mejor postor, porque es importante saber que allí conocerá a Iván (Mark Eydelshteyn) – hijo de un millonario ruso- y encontrará en él la posibilidad de salir de la marginalidad. Como todo lo que sube rápido suele bajar del mismo modo; si le sumamos, dinero, sexo, drogas, juego, y despilfarro; todo se acelera.
Habrá propuesta de matrimonio, incluso casamiento en Las Vegas, pero como el jovencito a pesar de estar emancipado no salido de la edad del pavo, derrocha simpatía e idiotez por igual. Su tutor en New York –Toros, junto a un par de matones- será quien deba encauzar al muchacho que sólo quiere divertirse, y queda claro con escenas que los muestran teniendo sexo a toda hora, o joystick en mano, cuando no, con sus pipas o vapers para fumar lo que venga.
Para poner orden ante tanto exceso será necesario el uso de la fuerza física contra los recién casados; ella queda a merced de los hombres y ofrece toda su resistencia que dejará secuelas; pero todo está mostrado con gran dosis de humor, por lo que se vuelve extrañamente disfrutable.
Por su parte, el novel esposo logra huir de la riña, desaparecer por unas cuantas horas –y quizá hubiera convenido que la búsqueda no se alargue tanto- las suficientes como para que sus padres viajen en avión privado para restituirle su condición de soltero, aunque la jurisdicción neoyorkina no lo permita.
Mientras todo esto sucede, con pocas palabras, pero con actitudes (algunas evidentes, otras muy sutilmente mostradas), una historia de amor se estará gestando; probablemente mucho más genuina, pero pareciera tan irracional como la del inicio. Ya dijimos que Anora deja huellas, y no tanto por su belleza sino por su personalidad, de la que esos hilos púrpura que brillan en su cabello día y noche, son sólo una muestra.
Comentarios
Publicar un comentario