Reseña |Teatro | Pizarnik
Voy a escribir como llora un niño
Por Gustavo Noriega
Pizarnik (Cecilia Roche), dedica todos sus esfuerzos a recrear las última horas de Flora Alejandra Pizarnik, la poetisa nacida en el seno de una familia de inmigrantes ucraniano-judíos. El unipersonal reconstruye con elementos sutiles -propios para la poesía- un ambiente nocturno: un escritorio atiborrado de: un lapicero con lápices, papel, drogas, alcohol, y un teléfono -fijo claro- de los habituales en los años ´70; al alcance de la mano para llamar a quién sea, pidiendo ayuda, acosada por la angustia, a las cuatro de la mañana.
La música en vivo (a cargo Nano Durand) logra dejarla en soledad, mientras acompaña el encierro en su domicilio, en cada golpe de escena, cada movimiento de su ánimo y de su mente perturbada.
La escena sólo puede verse a través de un tul blanco, indicando que está atrapada, y que sólo hay una salida. El resto del ambiente está completamente desordenado y las reducidas acciones que ella intente, alimentarán el caos. Papeles en el piso para escribir, y barritas para colorear con desesperación, parecen no corresponderse con la beneficiaria de dos prestigiosas becas: la Guggenheim y la Fullbright. Ni con la traductora y periodista que se desempeñó como tal en Francia y que entabló amistad con Julio Cortázar y Octavio Paz entre otras tantas figuras del boom latinoamericano. Es que las distinciones se vuelven oropel cuando se transita una infancia marcada por la constante comparación con su hermana mayor -la que hacía todo bien y colmaba los deseos de sus padres- por parte de su madre. Y para colmo de males, la sombra del nazismo y los avatares de la Segunda Guerra Mundial eran constantes en su hogar, que recibía noticias acerca familiares masacrados en Rovne (Ucrania).
Semivestida o semidesnuda, como corresponde a la intimidad; descalza, con una camisa azul que es en sí misma un poema, se prepara -no sin miedo- para la decisión más audaz.
Hay quienes consideran -en parte- responsable de su muerte al mundo literario de la época; por fomentarle y festejarle el papel de enfant terrible que ella actuaba y que no la dejó salir de su personaje; sin preocuparse por la persona que había detrás.
Sumemos a este mix, los tabúes de su tiempo, que podrían haberla acomplejado para ejercer su sexualidad, que fluía entre el lesbianismo y la bisexualidad, y que debió ocultar presionada por las exigencias sociales, que la llevaron a ser víctima del fenómeno llamado encierro en el «armario».
Autora de poemas influenciados por el surrealismo, el existencialismo y el psicoanálisis; también escribió una pieza de teatro y una novela.
Su existencia fluctuó entre la soledad y la compañía. Diagnosticada con Trastorno de la Personalidad Límite (conocido como Borderline), los últimos meses de vida estuvo internada en un centro psiquiátrico hasta que asumió el suicidio con una sobredosis de secobarbital. Tenía 36 años.
La obra, originalmente escrita en francés por Rodrigo Malmsten, incluye proyecciones visuales que no son invasivas, con imágenes en la cantidad justa; y donde el silencio es tan importante como la palabra.
Pizarnik se presenta hoy y mañana a las 21hs en Teatro Ñaca (Julian Alvarez 924, Caba)
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FICHA TÉCNICA
Intérprete: Cecilia Roche
Música y tratamiento sonoro en vivo: Nano Durand
Escenografía: Ben Wachel
Fotos de archivo: Lucrecia Plat
Video Arte: Pablo Barboza
Iluminación: Morena Rodriguez Blanco
Producción: Uxen7Arts (Bélgica)
Fotografía de tapa: Augusto M. Malmsten
Prensa: Natalia Bocca
Dramaturgia y Dirección: Rodrigo M. Malmst
Muy interesante la interpretación, felicitaciones
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