Reseña | Cine | Desbarrancada
Por Agustina Noriega
Desbarrancada, dirigida por Guadalupe Yepes, es una película compleja que se sumerge en una zona desoladora de la historia argentina para narrar el derrumbe silencioso de una mujer atrapada entre el deseo, la culpa y la violencia estructural de una época. Ambientada en 1977, en pleno terrorismo
de Estado, el film construye desde su primera escena un clima denso y opresivo, donde lo personal y lo político se entrelazan de manera inexorable. A su vez, se diferencia de otros relatos sobre la dictadura al estar narrada desde un punto de vista poco habitual: una mirada femenina que aborda la violencia
machista, el contexto histórico, la maternidad, la soledad, la verdad y la complicidad.
Gina, interpretada por Carla Pandolfi, es una mujer atravesada por una pérdida irreparable: la de un embarazo. Ese duelo, nunca del todo elaborado, se transforma en una búsqueda de sentido que organiza —y desorganiza— su vida. Pandolfi construye el personaje con una actuación profundamente verosímil, contenida y precisa, sostenida tanto en gestos mínimos como en expresiones intensas, silencios prolongados y una corporalidad tensa que transmite fragilidad y determinación al mismo tiempo.
Casada con Carlos, un empresario con vínculos turbios con la dictadura interpretado con inquietante sobriedad por Luis Machín, Gina habita un mundo de privilegios que, lejos de protegerla, funciona como una jaula elegante. Machín, por su parte, compone un personaje perturbador desde la calma y la
ambigüedad, encarnando una violencia naturalizada que se filtra, sobre todo, en la intimidad.
En ese contexto, las sesiones de equitación aparecen como un refugio físico y emocional. El cuerpo en movimiento, el contacto con el animal y el espacio abierto le devuelven por momentos a Gina una sensación de disfrute que el resto de su vida le niega. Dentro de ese universo, Yepes elige mostrar un
nuevo vínculo sexoafectivo que nace desde ese espacio de escape, más como una búsqueda desesperada de afecto y de algo genuino que como una historia de amor redentora.
La puesta en escena acompaña ese encierro. La cámara sigue de cerca a la protagonista, casi sin respiro, reforzando una sensación constante de amenaza. La dirección de arte y el vestuario dialogan con el melodrama clásico y el cine político argentino, mientras la fotografía acentúa las sombras y los
encuadres cerrados.
El relato se vuelve aún más inquietante cuando la violencia política irrumpe de manera directa: la desaparición de alguien por quien Gina siente un profundo afecto marca un quiebre definitivo. A partir de ese momento, la película abandona cualquier ilusión de resguardo y expone con crudeza el
funcionamiento del poder.
En su intento por ayudar, Gina se acerca a un capitán del entorno de su marido y queda atrapada en un entramado de manipulación, abuso y sometimiento del que parece imposible escapar.
Entre sus escenas, se construye una analogía potente entre las mariposas disecadas que colecciona Carlos y su vínculo con Gina. Así como aprecia la fisonomía de un insecto frágil y bello, su manera de relacionarse con ella responde a una lógica de posesión: Gina es concebida como un objeto más de
su colección, encerrada y exhibida para reafirmar su poder.
El ritmo comienza de manera pausada, pero gana intensidad a lo largo del relato sin perder tensión. El terror se instala de forma progresiva, en paralelo con un gesto íntimo y elocuente: Gina arma, poco a poco, su valija para escapar. Cada acontecimiento que la quiebra se traduce en una prenda u
objeto más, como si el cuerpo registrara la urgencia de la huida.
Desbarrancada es una obra profundamente política y, a la vez, íntima, que invita a repensar el lugar de la mujer en ese contexto histórico. A través de una protagonista que lucha contra los miedos de su época, plantea una pregunta inquietante: ¿qué margen de elección existe cuando el poder decide sobre los cuerpos y los deseos? Y, al mismo tiempo, sugiere que incluso en los momentos más devastadores, aun desbarrancada y sola, es posible resistir, arriesgarlo todo y encontrar una salida.


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