Reseña | Cine | Anaconda
Por Nahuel Tesouro
¿Un reboot, una
secuela espiritual, un spin-off? No sabemos, como indican los propios
protagonistas y varias frases del material de publicidad de la nueva película
de Anaconda dirigida por Tom Gormican. Lo que sí es seguro es que algo tiene
que ver, principalmente por las constantes referencias a la película original
de 1997; sin embargo, la conexión se queda en lo oral ya que en cuanto a tono
las dos versiones difieren cuantiosamente. Imagino a muchas personas yendo a
ver el film de Jack Black y Paul Rudd (dos grandísimos comediantes) sin siquiera
haber visto un plano de la película con Ice Cube, J-Lo y Jon Voight. No se
siente como un homenaje ni que los productores estuvieran realmente interesados
en rehacer Anaconda sino que empezaron a buscar películas de hace veinte años
de las cuales pudieran hacer comentarios meta y el dedo del destino cayó en esa
propiedad.
El film de Gormican
sigue a un grupo de entusiastas de Anaconda que decide hacer su propio remake
en el Amazonas. Sin embargo, durante el rodaje, se encuentran con una Anaconda
gigante similar a la de su historia ficticia. Obviamente, hay una enorme
cantidad de chistes meta, referencias, comentarios sobre el estado actual del
cine y humor a lo Jack Black. Toda la comedia que contiene esta versión a veces
funciona y muchas veces no. Realmente hace que uno se pregunte qué hubiera
pasado si, con los buenos efectos que hay aquí (el cual es uno de los fuertes
más grandes de la película, por no decir el más), hubieran realizado un remake
serio de Anaconda, más orientado al terror y al suspenso de la original.
Lo que sí sabemos es
que terminamos recibiendo esto. Una historia demasiado ligera y cómica como
para sentir tensión o riesgo verdadero en algún momento, y con un humor poco efectivo
como para distraer con risas las fallas del guion. Así y todo con estas
deficiencias, Jack Black y Paul Rudd (también añado a Steve Zahn quien tiene un
personaje muy malo acá pero es un actor que ha demostrado su valía en papeles
más dramáticos) hacen lo imposible porque uno se entretenga los 90 minutos de
metraje. Y en varios momentos lo logran.
Con un resultado
desequilibrado, Anaconda se convierte en una propuesta que puede divertir de tanto
en tanto pero concluye como un producto muy olvidable.


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